Índice de entradas

Índice de entradas:
1. Introducción.
2. Comprar menos cosas es mejor. Menos cosas, pero de buena o aceptable calidad.
3. Comprar cosas producidas más cerca: menos transporte y/o menos cámara frigorífica es mejor.
4. Comprar productos de temporada cercanos: sin cámara frigorífica o menos cámara es mejor.
5. Menos coche: coche menos pesado, menos caballos, menos velocidad, menos kilómetros, menos acelerones.
6. Mejor: alquilar por minutos pequeños coches eléctricos en algunas ciudades.
7. Comer menos carne (carne, pollo, pescado). Mejor: no comer carne, pero sí alimentos que contienen proteínas vegetales. Y vitamina B12 de origen NO animal.
8. Menos barbacoas, menos quemas, menos negligencias, menos fuegos. Causar un incendio, aunque sea involuntario, puede costarte mucho, incluso ir a prisión.
9. Menos climatización. La paradoja de demandar 26ºC en invierno y 20ºC en verano.
10. Menos productos químicos de limpieza.
12.Consumir mucha menos energía (y dinero) cambiando nuestros viejos cacharros. Algo sencillo: cambia tus bombillas a LED. Algo más gordo: hemos sustituido, casi gratis, nuestra antigua caldera comunitaria por una de condensación de gas natural. 14. Comer un poco menos, comer un poco mejor, andar un poco más: la dieta con sentido común. Salud para tí, ahorro para tu cuenta, beneficio para el planeta.
15. Menos deforestación. Siembra y planta árboles con mi otro blog: http://plantararboles.blogspot.com

miércoles, 14 de febrero de 2024

Comprar cosas producidas más cerca: menos transporte y/o menos cámara frigorífica es mejor.

Mi frutero vende en Junio excelentes cerezas a 6 euros el kilo, recolectadas a 250 kms. de donde vivo.

Mi frutero vende en Diciembre excelentes cerezas a 20 euros el kilo, recolectadas en el otro Hemisferio terrestre, a unos 11.000 kms. de distancia.

Si compras, pagas el capricho de comer cerezas en Navidad. Pero esa enorme diferencia de precio también se debe, en gran medida, a los costes del transporte y a los costes de conservación en contenedor refrigerado y, seguramente, en embalajes especiales que ralentizan la maduración, el ablandamiento o el deterioro de las frutas. O sea, a base de gastar mucho combustible y productos derivados del petróleo.

Evidentemente, pocas personas comen cerezas o melón en invierno. Pero el ejemplo ilustra bien el desorbitado gasto de energía en el transporte del comercio internacional. Muchos de los productos no perecederos que compramos han sido transportados desde lugares situados a miles de kilómetros, hasta 11.000 kms. en línea recta: conservas de alimentos, la mayoría de la vestimenta que usamos y sus complementos, textil para el hogar, adornos, electrodomésticos, muebles, incluso coches.

Hay más de 80.000 barcos cargueros en el mundo en casi constante funcionamiento realizando largas travesías, de casi un mes de duración. Algunos son tan colosales que sus enormes motores pueden consumir hasta 100.000 litros diarios de diesel. Sin contar que también hacen el camino de retorno, con poca carga o con los materiales que servirán para fabricar aquellos productos terminados.

Y también hay unos cuántos miles de aviones. Entre aviones de pasajeros y aviones de carga coinciden en el cielo casi constantemente alrededor de 10.000 aviones. El consumo de combustible puede superar fácilmente los 1.000 litros de queroseno por cada 100 kilómetros recorridos por un avión. O sea, para recorrer 11.000 kms., un avión quema más de 110.000 litros de queroseno.

Barcos y aviones cargueros (y trenes y camiones) se seguirán utilizando en este número tan grande si los consumidores no discriminamos lo que compramos en función de la distancia que tienen que recorrer los productos desde sus centros de producción o recolección hasta llegar a nuestras manos. Debemos comprar preferentemente las cosas producidas lo más cerca posible a nosotros. (He visto hace unos días un pijama fabricado a 59 kilómetros de donde vivo). Mejor que sean de nuestra región o país, si no, que sean de naciones vecinas, más cercanas. Dicho sea de paso, si Europa hubiera procurado que parte de la deslocalización de su industria se hubiera hecho en el norte de África, quizá la situación actual sería diferente. Si tus vecinos son más prósperos de lo que son, no vienen a tu país. Y actúan como un colchón de seguridad.

Hasta tal punto debe llegar nuestro afán que, cuando hagamos un largo viaje o estemos de vacaciones, deberíamos consumir el agua (si es buena, que sea del grifo), la cerveza, el vino, la leche, el queso, la fruta, la verdura, etc. de la región en donde estemos. Y si vivimos en pueblos o en ciudades pequeñas seguro que tenemos la oportunidad de consumir quesos, frutas y hortalizas de las huertas de las aldeas cercanas, que han necesitado poco transporte y quizá ninguna cámara de refrigeración.

Cuanto menos transporte y cuanta menos refrigeración menos combustible quemado. Menos es mejor.

© Enero 2016 José Luis Sáez

3 comentarios:

  1. 100% contigo Jose Luis, te puede interesar el trabajo infográfico que realizamos Jesús Nacher (de la proa del Argo) y yo, para el blog Autonomía y bienvivir, una comparativa sobre la generación de CO2 en el transporte de mercancías entre un modelo de consumo de cercanía y el actual globalizado.

    http://autonomiaybienvivir.blogspot.com.es/2016/07/infografia-la-necesidad-de-una-economia.html

    Alberto.

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  2. Totalmente de acuerdo, trabajo en una oficina de cambio y tengo una fruteria al lado. Siempre compro frutas y hortalizas de la zona. Un abrazo. Marta

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  3. Esta clarísimo. Hay que informar y educar para valorar lo cercano.

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